Confinamiento y reflexiones
Y llega el #confinamiento a nuestros territorios, algo previsible a la vista de lo que estaba sucediendo en China y en Italia, pero que, por una extraña razón, muchas mentes no lo veían venir.

Dónde está la frontera
¿Será que estaban muy interiorizados los nombres de los países llegando a hacer una frontera mental tan grande que uno llega a pensar que un virus no cruza esa línea, que por otro lado, solo está en el mapa? Bien, pues ahora ya está aquí el confinamiento.
Y entonces tenemos diferentes reacciones y #reflexiones:
1) De resistencia y negación: “Yo no quiero dejar de hacer lo que quiero hacer“. Debo pensar que todas las personas que están en este criterio no han acudido a ninguna manifestación ni han estado internamente solidarizadas con ellas. Tomemos por ejemplo la más reciente, la del 8 de marzo, día de la mujer. Se supone que acudes a la manifestación para defender la integridad de dicho colectivo, en este caso el de las mujeres, y lo tomo solo como ejemplo de colectivo. Y entonces, ahora que llega el confinamiento, no lo quieres hacer. Te pregunto: ¿Tu acción contribuye al bienestar e integridad de las mujeres que trabajan en un hospital, desde las responsables de la limpieza, pasando por las auxiliares, las enfermeras, las doctoras, las embarazadas que pueden estar ahí, las mujeres con problemas respiratorios, las ancianas, por ejemplo?
Solo es para que observes tu coherencia entre un día y el otro. Y a tenor de la observación, reconsideres tu postura si es el caso. Es solidaridad real: #yomequedoencasa
2) Segunda posible reacción: “¿Qué voy a hacer quedándome todo el día encerrado en casa?”
Reflexionemos: Tu casa física puedes estar siendo un reflejo de tu mundo interno. ¿Cómo te habitas en tu interior? ¿Qué sucede en tu silencio interno? ¿Lo temes? Si es así, significa que la actividad social es solo para huir de aquello que en tu interior no quieres ni ver, ni escuchar, ni atender.

Pau al llac
Es por tanto, ahora, una buena ocasión, para establecer una amistad profunda y mantener largas y profundas conversaciones contigo mismo o contigo misma, y ver qué cosas pendientes están por sanar. De este confinamiento, sería un gran logro salir con el “ser capaz de disfrutar de tu propia presencia en silencio”. De hecho, sería un éxito mayúsculo.
Y en última instancia, date cuenta, de que si tienes una casa en la que poder estar durante 15 días, y en ella no va a faltar seguridad, agua, electricidad, calefacción y comida, es que estás de entre los más afortunados del planeta, por lo que es momento también, de cultivar el agradecimiento por lo que ya se tiene en lugar de entrar en la queja.
Más suerte tendrás si, de entre los seres que traspasan o van a traspasar, no están tus familiares o amigos. Repito, suerte tendrás, porque no todo el mundo podrá decir lo mismo.
Y en última instancia, si volvemos al “hacer”, puedes cultivar la lectura, la música, el dibujo, leer aquellos apuntes del curso que querías repasar, ordenar ese armario para el que nunca encontrabas tiempo, aprender fotografía, conocer mejor a los seres con los que convives, revisar tu vida, tu propósito, tus proyectos, … En definitiva, redescubrir en qué más puedes estar disfrutando con tu propia presencia y la de quiénes te rodean.
De todos modos, en estos momentos, en el confinamiento, y para los llamados a estar confinados(as), es un buen momento para entrenar el pasar del “hacer” al “ser”.
Reflexiones: ¿Cuántas veces nos hemos quejado de tener que ir a trabajar y no hubiéramos deseado unos días en casa? Finalmente, valoraremos esto que en otros países o personas no tienen: salir a trabajar, tener un trabajo, y disfrutar de la posibilidad de salir a la calle para dirigirme a él.
3) Luego tenemos al grupo de los voluntariosos, los que quieren hacer algo “especial” por los demás. Aquí tenemos la reflexión del I-Ching, cuando nos habla de la acción correcta, y cómo esta puede ser la no-acción. Fíjate, lo que más puede contribuir al bienestar común, en este caso si tu profesión no va asociada a cuestiones sanitarias, alimentarias, periodísticas o de organización de país, repito pues, tú mejor acción es no hacer nada y estarte quieto. Efectivamente es una contribución silenciosa, sin público, sin que nadie te dé una palmada en la espalda. ¿Somos capaces de contribuir al bienestar común desde nuestra más absoluta discreción?
4) Y por último, y enlazando con el anterior apartado: Muchas veces estamos queriendo “hacer” para contribuir al bienestar general, y nos sentimos a gusto en manifestaciones dónde experimentamos esa sensación de cohesión entre unos y otros. En este caso, nuestra sensación de cohesión entre unos y otros no tiene una manifestación física de contacto, sino que va a ser una unidad invisible, una unión con nuestros hermanos y hermanas anónimos en cualquier parte planeta. Todos juntos con nuestra acción, o con nuestra acción de no movernos, sostenemos la vibración de unidad en la raza humana ¿Es nuestro ser capaz de sostener esto?
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