Buscando a …. (¿adivinas a quién?) y porqué esto genera frustración y conflicto, especialmente con la pareja

Pero sobretodo te vamos a contar cómo evitarlo para tener una vida más plena y feliz con tu pareja Continuando nuestro post sobre El conflicto de separación con mamá, dónde explicábamos cómo se nos graba la impronta emocional de carencia afectiva, hoy os vamos a explicar qué hacemos con ello, inconscientemente, cuando nos hacemos adultos.

Con la carencia afectiva se camina en un vacío como si una botella sin agua se tratara. Cada uno tiene más o menos reservas, pero suspira por encontrar una fuente. Así, cuando se va cruzando con personas, inconscientemente chequea cuánto estas personas pueden aportarle y calmar su sed.

En los intercambios sanos, personas con botellas llenas o medio llenas, se dan de beber mutuamente. En otros casos, se comparten aquello que tienen de una forma compensada. Mientras la compensación se de, la relación se mantiene en equilibrio.

Pero en las carencias afectivas grabadas muy fuertemente y no reparadas, uno anda sediento todo el tiempo. Y en general, aquello que le den le va a parecer insuficiente, o cuanto menos inadecuado (nadie puede sustituir a mamá). En esos casos, uno vive instalado en el paradigma “no es suficiente”, “nada ni nadie me satisface” o “a mi me han privado de algo que a los demás se les ha dado”. Se complementa con “¿porqué a mi no?, ¿es que yo no tengo derecho?”. Estos pensamientos pueden quedar como segundas voces en nuestras mentes, aunque no por ello dejan de ser voces exigentes.

Cuando las parejas se conocen, inmediatamente surgen expectativas “¡por fin se va a calmar definitivamente mi vacío!, y se traslada al nuevo compañero o compañera la responsabilidad de llenar aquel vacío cuyo origen olvidamos.

Puedes sentir cuán grande es esa carga si recuerdas cómo la has sentido sobre ti cuando alguien esperaba que su felicidad fuera satisfecha con tu presencia. Y cuán difícil sería complacerlo aún con toda la buena intención que pongas, pues nunca podrás ocupar el lugar de la madre de tu compañero o compañera. Y si temporalmente lo has hecho, también debes recordar cómo es cuando se despierta del sueño de poder ocupar ese lugar …

Para evitar verse sumergido en ese mar de roles confusos que llevan al conflicto y a los reproches es necesario revisar 2 puntos:

  • La relación propia con la madre, trascendiendo todo el pasado, sea el que sea. Unas veces es por poco y otras por demasiado.

Asumir la responsabilidad propia de ese caminar y no traspasarla a otras personas. Aceptar si hemos recibido (¿o elegimos?) una mamá lejana, una mamá que tenía otros intereses o preocupaciones, una mamá gritona, una mamá que no abrazaba, una mamá que ahogaba, una mamá que pegaba, una mamá trabajadora y que apenas estaba con nosotros, una familia con muchos hermanos, una mamá que atendía a otros, una mamá que nos alejaba de ella, una mamá que sólo nos quería para ella y con ella, o una mamá que partió prematuramente. Aceptar que si mamá nos dio mucho, llegó un momento que hay que aprender a despegarse de ella. Tomar aquello que nos fue dado. Sentir la plenitud que ello conlleva o aprender a buscar dentro de nosotros aquello que faltó. Soltar aquello que nos sobró. Agradecer. No te olvides que la vida te llegó con ella.

  • La relación de tu compañero o compañera con su madre.

Así sabrás dónde, inconscientemente, tu pareja puede querer ubicarte en ocasiones. ¡Y qué impotente te vas a sentir a veces!, pues no vas a llegar a complacerla. Pero tranquilo/a, te voy a regalar un lugar sanador. Si a veces te sientes atrapado en una exigencia que no puedes satisfacer y te parece que guarda relación con esto que te hemos contado: Respira suavemente y dite a ti mismo/a: “por respeto a mi pareja, a su mamá y a mí mismo/a, no voy a ocupar el lugar de su mamá”.   Te recuerdo que estos aspectos también van a ser trabajados en dinámicas de Constelaciones Familiares que tratan sobre la relación con mamá.