Memorias y enfermedad
Los disgustos que uno sufre a lo largo de su vida penetran en el cuerpo.
Si se resuelven, no pasa nada, pero si permanecen dentro de la persona, y provocan sentimientos como rabia, odio, ira, frustración, sensación de vacío, fracaso, soledad, etc., entonces se enquistan dentro y forman núcleos de sufrimiento que pasan al inconsciente. Más tarde no recordamos estos disgustos o creemos que “el tiempo todo lo cura”, pero en realidad permanecen vivos, activos y nos gobiernan.
Normalmente esto lo soportamos durante muchos años sin prestar atención, pero determinan nuestro carácter y comportamiento. Más adelante, estos núcleos de sufrimiento afectan al cuerpo físico y pueden provocar enfermedades, aunque no solemos relacionarlo.
Así, para una completa curación, además del cuerpo físico, conviene eliminar las memorias de sufrimiento emocional enquistadas.